Para todas las personas que quieran perder peso: el cuerpo elimina constantemente las células grasas, pero las reemplaza con la misma rapidez. La cantidad cambia debido al aumento de las células. Las dietas solo reducen el contenido de grasa por célula, no el tejido adiposo en sí.
A pesar de la representación recurrente del tejido adiposo como nuestro enemigo, este cumple funciones importantes en nuestro cuerpo. Solo su exceso es perjudicial para la salud, a menudo causado por una mala alimentación y la falta de ejercicio. El tejido adiposo, formado por adipocitos, almacena grasa y la libera cuando es necesario. Desde el punto de vista fisiológico, se distingue entre tejido adiposo blanco y marrón, aunque este último solo desempeña un papel secundario en los adultos.
La proporción de grasa de almacenamiento o de depósito varía en función del sexo y del nivel de entrenamiento aproximadamente entre el 5 % y el 50 %. Se almacena principalmente en el tejido subcutáneo y los mayores depósitos se encuentran en el abdomen y las nalgas.
En diversas partes del cuerpo, el tejido adiposo sirve de amortiguador. Protege a las partes sometidas frecuentemente a esfuerzos, como las nalgas, a zonas sensibles, como las articulaciones, y sostiene los globos oculares. Esta llamada grasa estructural es la más duradera porque es esencial para nosotros.
La grasa es peor conductora del calor que otros tejidos. Por lo tanto, actúa como una capa aislante en el tejido subcutáneo, lo que ralentiza la pérdida de calor del cuerpo.
El tejido adiposo es esencial para el metabolismo energético, ya que puede liberar sustancias similares a las hormonas, como la leptina.
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